miércoles, 3 de diciembre de 2008

Interinos


Es curioso porque al parecer ahora pedir becas al Ministerio es mucho más fácil que buscar una plaza de profesor de Secundaria. Sirva una anécdota como ejemplo.
Lo normal ha sido siempre que una persona que quisiera dedicarse a la investigación se preparase las oposiciones de Secundaria como alternativa por lo que pudiera pasar, porque ya sabemos que la investigación va ligada a la Universidad y que entrar ahí no es fácil. Pues bien, aquí entra la anécdota. Hace un par de días una muchacha que ha coincidido conmigo en un curso de doctorado me contaba que había echado la beca de investigación (esa que pide la gente como paso previo a “meter cabeza en la Facultad”, que suelen decir) como alternativa a las oposiciones que ya había aprobado. Me quedé a cuadros, evidentemente. La cosa era que ella, habiendo aprobado las oposiciones (sí, las últimas, las primeras a las que ella se presentaba), había echado una beca de investigación como alternativa porque aún no la habían llamado, y mientras prepara el doctorado por las tardes, trabaja en una oficina por las mañanas… A lo que quiero llegar es al hecho de que ya hay gente de esta generación perdida entre dos aguas a la que ¿desgraciadamente? pertenezco, que ve un vacío de posibilidades en la única vía de salida laboral clara que se suponía que tenían las carreras de letras. Oportunidades, sí, para todos, también.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Perdidos


A veces, por no decir siempre, tomar una decisión se convierte en un trago difícil, por todo lo que esa decisión significa en lo que a condicionarte la vida se refiere. Porque, hay decisiones que son un vivo ejemplo de quién eres y en qué pretendes convertirte. De qué escondes debajo del disfraz de ser humano que llevas tiempo vistiendo y esforzándote por mostrar como el traje cotidiano, que no es real, aunque quieras que lo sea.
A menudo estoy sentada junto a un grupo de personas a las que admiro, personas que son aquello en lo que yo aspiraba convertirme, sintiéndome, sin embargo, cada vez más alejada de ellas. Porque son algo que está muy lejos de donde estoy, algo que aparté de mi camino, aunque pretendía… pretendí en algún momento, que el suyo fuera el mío propio, mi camino, construido al andar, a base de reunir piedras sencillas, piedras de honda. Creo que no me reconozco en el espejo cuando estoy sentada junto a ellos. Quizás se perdió el toque de ingenuidad ése que se diluye con los años. Quizás me aparté de las que debían, de las que yo pensaba que debían ser mis batallas. Honestamente no lo sé. Quizás simplemente lo que ocurre es que cada vez escucho menos música… y leo menos poemas…
Una vez, cuando andaba perdida en los diecisiete años, los años de la primavera, me dije a mi misma, cuando decidí que estudiaría Historia, que quería ser profesora de Instituto, preparar mis oposiciones para ser profesora de Enseñanzas Medias, y durante los primeros años de carrera seguí pensando o creyendo que pensaba lo mismo. Defendía que era mucho más necesario prepararse para dar clase en los institutos de Secundaria que pasar a ocupar los carcomidos bancos de la Facultad. Pensaba, creo que sigo pensándolo a pesar de lo que haya hecho, que era mucho más importante formar a los niños que a los adultos, lo creía esencial para cambiar algo en este país, aunque fuese desde un pequeño refugio perdido en un pueblo sin alma y sin vida. Pero no sé cómo, no sé en qué momento, todo se torció y yo empecé a plantearme la posibilidad de pedir becas para dedicarme a la investigación y a dar clases en la Facultad.
Me sigue dando pavor pensar en la posibilidad de que antes de cambiar esa decisión pudiera haberme convencido a mi misma y a mi autoestima de la necesidad de ser profesora de instituto para poder con ello justificar mi fracaso, quiero decir, para evitar pensar y convencerme de que no era tan brillante como todos pensaban, como así lo estaban demostrando mis resultados en los primeros años. Sigo sin saber si fue antes el huevo o la gallina, si fue el hecho de no sacar una media brillante el que hizo que no me planteara la posibilidad de la investigación o si realmente fue como yo me repetía, que cuando me planteé esa vía fue cuando hice el esfuerzo necesario para alcanzarlo. En fin, estoy utilizando este blog como terapia freudiana… discúlpenme.
La cuestión es que no sé si el hecho de decidir pedir la llamada beca F. P. U. ha hecho de mí una peor persona que si hubiera optado por matricularme en el C.A.P. directamente. Hay gente a la que admiro que tiene muy mala opinión del personal universitario. Yo misma llegué a tenerla (volvemos a lo mismo, no sé si he cambiado esa opinión sólo para justificarme). No sé si una persona tiene más o menos posibilidades de ser honesta perteneciendo a un cuerpo o al otro… y creo que ser honesta es uno de los pocos objetivos principales que yo me había propuesto en la vida. Quizás ya me haya defraudado.
La otra faceta de la vida, la otra decisión que me hace pensar en eso es esa idea que yo tenía del compromiso social, de la necesidad de organizarse y luchar por aquello que uno piensa, aunque nos costase recortar nuestro tiempo propio y el bien individual en pos del cambio y del bien común. La verdad es que jamás he “trabajado” con ninguna organización sindical, aunque alguna vez, en esos años de ingenuidad de los que hablaba, fui a manifestaciones y llegué a proponer a mis compañeros formar unas Juventudes Libertarias (creo recordar que se rieron de mi muy a gusto).
Tampoco sé si es para justificar no haber cumplido tampoco ese propósito que cada vez veo con peores ojos a los sindicatos y a los grupos que suelen hacer aunque sea una mínima acción a mi alrededor (estoy pensando en los grupos contra Bolonia que existen en la Facultad). Quizás simplemente he madurado, como llaman muy comúnmente a perder los sueños. En fin, o quizás el entorno nos condiciona y todo esto se ve claramente influenciado por mis amistades, que cada día ruedan un poco más hacia el azul… quizás si me hubiera mantenido en otro entorno estaría hoy encerrada en el Rectorado protestando contra algo con lo que (creo) no estoy de acuerdo. No sé si el hecho de pensar que las formas de actuar no me gustan es sólo una forma cómoda de no hacer nada. No sé si mi crítica a lo que se está derivando de los convenios firmados a favor de los interinos es otra forma más de lo mismo. No lo sé.
Lo cierto es que cuando me metí en los grupos contra Bolonia hace años acabé dejándolo porque necesitaba tiempo para estudiar, diciendo que no me gustaba cómo planteaba el tema la gente de Delegación de alumnos. La cuestión es que a la hora de la verdad, con el título de Licenciado en Historia en las manos yo fui a la ventanilla de Tercer Ciclo para matricularme en el Doctorado y no al ICE para informarme sobre el CAP, por más que afirmara y siga afirmando rotundamente que haré las oposiciones en 2010. Espero cumplirlo… para poder convertirme en Interina, claro.

jueves, 30 de octubre de 2008

No estamos a salvo

Es posible que una mujer asustada por las luces parpadeantes de alarma que la asaltan cada día acabe por convencerse de que debe palparse los senos. Es posible también que, ensimismada en esa tarea que teme al tiempo que la cree necesaria, note algo extraño, algo que antes no estaba allí. Algo que le parece un bulto de esos que ha leído -o escuchado- pueden ser "buenos", pero también, por azar, pueden no serlo.
Con incertidumbre volverá a comenzar desde el principio, esperando que todo haya sido un error, un mal sueño, para volver de nuevo al mismo sitio: no se trataba de ninguna broma de una mala posición de los dedos. Convencida y temerosa, es posible que prolongue el tacto hasta las axilas, esperando que todo se quede en el pecho -le han dicho que un bulto en la axila siempre es más grave o, cuanto menos más sospechoso que uno en el pecho-. Le parece distinguir cada uno de sus ganglios hasta el punto de llegar a la conclusión de que uno está inflamado. Es entonces cuando piensa en la muerte, piensa en su cuerpo. En su pelo.
De momento, quién sabe si todo alimentado por su propio miedo, comienza a sentir un quemor, o le duele, o siente pinchazos en el pecho... o todo al mismo tiempo. Cada uno de los síntomas que ha escuchado -o leído- se agolpan en ese mismo lugar donde años atrás le fue extirpado -así lo llaman- un pequeño bulto que consideraron inofensivo (al menos para el cuerpo, lo del cerebro ya es otra cuestión).
En su soledad, emprende la tarea de levantar barricadas que la mantengan al margen del temido enemigo. Es entonces cuando piensa que ese tipo de barbaridades de la naturaleza -no merecen otro nombre- no se producen -no pueden producirse- antes de los cuarenta. Y busca ejemplos que acompañen su teoría defensiva, pero estos le obligan a ir destruyendo el muro al menos hasta los treinta. El problema es que los treinta están ya demasiado cerca: la edad no le sirve para levantar barreras.
Después de esto irá a buscar al hombre que la espera tendido en la habitación contigua y, tras recostarse muy cerca, le cuenta -otra vez- su miedo y le pregunta si debe o no preocuparse.

-No, eso no es nada -responde él, posiblemente muy cansado ya de escuchar insistentemente la misma pregunta. Si fuera algo, yo lo sabría -continua.

-Me quedo más tranquila cuando tú me lo dices -afirma ella sin demasiado convencimiento, pero intentando grabarse muy profundo que él lleva razón.

-¿Confías en mi? -pregunta él, como adivinándola en su silencio.

-Sí, claro.

Estamos a salvo, se dice, aun sabiendo que no es verdad. Y, mientras, sigue pensando en su temor. En la muerte, quizás. O en su cuerpo.

viernes, 24 de octubre de 2008

Sueño valseado

Una vez me entretuve con un sueño:
lo tomé, lo solté, le dimos vueltas,
lo aprendí, me lo puse, fui su dueño
y pensé que era cosa ya resuelta.

Y soñando que un sueño era mi traje
comencé la canción, la poesía.
Y aquel sueño aprendió todo el mundo de mí,
e iba yo sin saber que él sabía.

Y así fui, por la tierra, por los mares,
por los cielos, las noches y los días,
los amores, los templos y los bares
—así fui con mi sueño que sabía—.

Y aquel sueño —que yo soñaba puesto—
comenzó a soñar que él me soñaba
y un buen día aprendí todo el mundo de él.
y ahora somos pareja en la sala
e inventamos un vals que bailamos para soñar.

Sueño que bailo con mi vals,
—y el vals soñando que con su hombre
bailando va—.

Sueño y soy sueño: soy un vals
que viene y va,
que viene y va.

(Silvio Rodríguez, Mariposas, 1987)

viernes, 17 de octubre de 2008

Incertidumbre

La vida no debiera estar construida sobre una trenza de dudas… y yo debería permitirme alguna vez el lujo de pensar, durante un tiempo, sin intermitencias, que tomé la decisión correcta. Sin embargo, me temo que el debería ser queda muy lejos de la realidad y que ésta deja manifiesto que una de las tareas humanas es la de elegir y que la elección y la duda son náufragos que viajan sobre la misma balsa, dejando a su paso las olas indecisas de un mar que llaman Incertidumbre. En esas, mientras llega el esperado momento en que la balsa flote equilibrada, tengo que ir permitiéndome al menos escribir algunas líneas en primera persona. Creo. En ocasiones.

jueves, 16 de octubre de 2008

Deseos

Y digo yo que las tertulias debieran regresar a España con nosotros. Y puestos a pedir… el sistema educativo bien podría mejorarse y no estaría de más que los precios se disparasen hacia abajo, que los Estudios de Letras fueran los que se consideraran “deficitarios” y con eso se subvencionasen más, que dieran más Becas, descendiese el paro y encontrásemos la cura para las enfermedades que más nos atormentan (para qué mencionarlas). Que en mi casa, como en la del resto de los seres medianamente humanos se acabasen los problemas y todas las madres buenas del mundo consiguieran en sus vidas ser un tanto felices (no pido más, sólo un tanto, como debe desearse para cualquiera). Que la música nunca dejase de sonar y el teatro llenase los escenarios y las calles. Que volviéramos ¡a las aulas! (“que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”), que se pusiera de moda el buen Cine, la Literatura y la Historia. Que todo el mundo supiera de qué habla y que el que no lo supiera tuviese una curiosidad infinita por aprender. Que los Maestros volvieran y los Profesores recuperaran su función, o la recordaran quienes la hayan olvidado. Que los niños tuvieran infancia y los adolescentes adolescencia… que la juventud no se perdiera con los años y que fuéramos lo suficientemente maduros como para serlo realmente. Que no fuera injusto elegir y que a todos les estuviese permitido en la misma medida, sin coacciones ni recortes de libertad. Que supiéramos qué es eso, de paso. Que nos importasen los por qués y los cómos, que nos fijásemos en los procesos y no sólo en los resultados finales. Que la Edad Media le resultase interesante a todo el mundo (lo digo porque es importante tener con quién y de qué charlar) y la Literatura pareciera a todos necesaria para sobrevivir. Que todo el mundo leyera Cien Años de Soledad al menos una vez en su vida y fuera consciente de qué es el poder echando un vistazo al Otoño del Patriarca. Que volar no fuera tan caro y Buenos Aires o Santiago de Chile no estuvieran tan lejos (o no lo estuviera yo de ellas, según se mire)… Y digo yo que mientras todo esto se pone en marcha también podríamos entretenernos “en vagabundear”, viajar en un “barquito de papel” o sencillamente esperar que “dormidos al anochecer nos volviera a encontrar la luna”.


sábado, 4 de octubre de 2008

Exalumno

Ha sido triste ver escrito el calificativo "Exalumno" junto a mi nombre en mi "Relación" con la Facultad de Historia de Sevilla. Ya voy siendo Exalumna de casi todo... sir más lejos ayer mismo fui a un almuerzo de Exalumnos de mi antiguo instituto, del que ya apenas queda casi nada. Y los compañeros de Facultad andan organizando una Cena de Exalumnos de Historia. A todas ellas me corresponde ir... Y en un futuro seré posiblemente Exalumna de Doctorado, exalumna de Autoescuela, Exalumna de Preparar Oposiciones, Exalumna de... a saber. Exalumna de Vida, es posible... espero que nunca llegue ese momento. Espero que sea largo el camino hacia Ítaca, lleno de conocimientos... y de personas.

martes, 9 de septiembre de 2008

Futuro incierto


La vida está llena de etapas. A veces tienes ganas de acabar con la que estás viviendo, otras intentas desesperadamente agarrarte a ella y no dejarla pasar. Normalmente creo que las opciones a o b dependen del grado de felicidad que se cree tener o en cuál de las etapas se piensa que está aquello que uno siente que necesita. A veces puede ser tan sencillo como si la necesidad de huir es imperiosa o no, y si se tienen fuerzas para cambiar, para tomar todo y largase.

En cualquier caso, las etapas terminan y es una ley común el hallarse temeroso del qué vendrá, del qué será de uno en la próxima etapa. Del qué nos deparará el destino, al fin y al cabo -y eso aún a pesar de no creer en el destino-. En esa encrucijada es casualmente en la que yo me hallo en el momento actual y presente: preguntándome qué debo hacer con mi vida ahora que de verdad tengo que lidiar con ella cara a cara, cuando además en mi mochila están guardados los problemas de todos aquellos que están cerca de mi y me necesitan. En fin, todo un manjar de delicias.

miércoles, 20 de agosto de 2008

All you need is love, love is all you need

Llevo casi un mes perdida en una de esas ciudades de las que no logro acabar de encariñarme. En el Norte, rodeada de frío, de frío en el clima y en las fachadas de las típicas casas inglesas que se amontonan en ella. En Londres, una ciudad donde el verano apenas es un atisbo y el invierno se convierte en la vida cotidiana, la lluvia en tu única amiga, visible a través de la ventanilla de un autobús rojo que siempre va lleno. Una ciudad habitada por gentes de cientos de procedencias que quizás apenas consiguen acostumbrarse a su nueva vida o quizás consiguieron hallar en su nuevo país la felicidad que en el de origen no encontraban. Quién sabe por qué, en esta ciudad de la que muchos hablan maravillas y con la única compañía que necesitaba, no acabo de saber cómo ser feliz.

sábado, 19 de julio de 2008

De vuelta

Parece que la vida vuelve a encauzarse y va dejándome limpiar los rastrojos del camino. La tarea es dura y complicada, porque no tengo los instrumentos necesarios, no me dieron azada y ni siquiera me explicaron cómo carajo se arrancan las malas hierbas y de qué forma se hace para que no vuelvan a crecer.
Pero no me importa, la voluntad de hacerlo también cuenta y mi empeño en que es necesario esforzarse por conseguirlo es cada vez más cierto. Como ya dijo el poeta:

Debes amar el tiempo de los intentos,

debes amar la hora que nunca brilla...
Y si no, no pretendas tocar lo cierto,
sólo el amor engendra la maravilla,
sólo el amor consigue encender lo muerto.

Seguramente, a pesar de las dificultades, de las nostalgias, de nuestras inseguridades (cada uno las suyas) alcanzaremos esa vida juntos. Quiero creer que será así. Lo necesito. Dejaremos atrás lo innecesario, y nos agarraremos a las pequeñas cosas, a pasear por el mercado, a los viajes que ahora hacemos, a los desayunos pausados, a la ducha llena de espuma. Yo continuaré amarrándome a tu olor. Y tú volverás a verme como la que era.


lunes, 2 de junio de 2008

Definiciones de la RAE para la vida

Melancolía: 1. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada. 2. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes.

Nostalgia: 1. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos. 2. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.

Tristeza: 1. Cualidad de triste.

Pasado: 4. Tiempo que pasó. 5. Cosas que sucedieron en él. 6. Militar que ha desertado de un ejército y sirve en el enemigo.

Añorar: 1. Recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido.

Felicidad: 1. Recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido. 2. Satisfacción, gusto, contento. 3. Suerte feliz.

Futuro: 1. Que está por venir.

Ausencia: 1. Acción y efecto de ausentarse o de estar ausente. 2. Tiempo en que alguien está ausente. 3. Falta o privación de algo. 4. Condición legal de la persona cuyo paradero se ignora. 5. Supresión brusca, aunque pasajera, de la conciencia. 6. Distracción del ánimo respecto de la situación o acción en que se encuentra el sujeto.

Angustia: 1. Aflicción, congoja, ansiedad. 2. Temor opresivo sin causa precisa. 3. Aprieto, situación apurada. 4. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal. 5. Dolor o sufrimiento.

Resulta increíble, tal vez irónico, lo aséptica que parece una definición de Diccionario... son sólo palabras, no se sienten... ¿Será que la vida es tan fácil y yo no aprendí que así era? ¿Será que todo es tan sencillo y pasajero aunque a mí me parezca definitivo y eterno? Quizás tendré que aprender... aunque algunos de estos términos aparezcan demasiado entrelazados a los días que vendrán...

"Qué sólo está, Sinuhé, de amor y de fe..." (Silvio Rodríguez)

sábado, 24 de mayo de 2008

De vez en cuando la vida

A veces los días nos sorprenden y acaban regalándonos recuerdos que no esperábamos. Comienzan como cotidianos, envueltos de un color de normalidad de ésa que nos llena la boca de sabor metálico cuando no esperamos nada distinto a lo que ya conocemos. El de hoy, común a muchos, quedaba repleto del sinsentido de quien no sabe qué hacer, no tiene ganas de hacer lo que debe hacer y no acierta a saber qué es lo que quiere. Y se volvía más confuso conforme pasaban las horas y el contador marcaba cero, es decir, tiempo perdido, con lo escaso que es el que tenemos. Quizás todo esto tenga que ver con el clima, que en ocasiones se vuelve obstinado y no quiere dejar pasar el otoño de hojas secas ni siquiera cuando la primavera pasó y llega el verano.
La cuestión es que lejos de todo este devenir matutino, la tarde se hizo eco de mejores horizontes: sonaron las notas del celular, y los acordes de una voz que a veces consigue levantar el ánimo a las piedras atravesaron desde el otro lado, surtiendo su efecto sobre lo que era yo a esas horas: una piedra rígida tirada en la cama. Sin saber a cuento de qué, ni cuál era el posible remedio, intentando dormir para no soportarme.
Llegó el verano por unos instantes y al calor del sol salí de casa y la voz ya no sonaba al otro lado del celular, sino muy cerca. Y acabé compartiendo unos helados que a la vista del nuevo verano llegado por sorpresa vinieron a devolverme las horas muertas. Más tarde las horas renacían cargadas de sonrisas y gestos que llenaron los huecos vacíos que habían hecho que mi día no tuviera sentido.



viernes, 23 de mayo de 2008

Alma










Neguémonos
a ser tiempo en el espacio,
amémonos,
practiquemos el milagro
de ser uno y sólo uno,
mitad ángel, mitad diablo.
Alma, alma,
que el deseo no es el agua,
ama, ama y canta, canta
ni a la tierra ni a la llama,
ni a ese aire que no sabe
lo que es todo, lo que es nada
lo que es tuyo, lo que es mío,
lo que es cuerpo, lo que es alma,
alma, alma.
Dejémonos
de metáforas y frases,
callémonos
lo banal y lo importante
y acudamos al silencio
que es el más bello lenguaje.
alma, alma,
nos separan las palabras,
calla, calla y habla, habla,
háblame con la mirada,
allí donde se confunde
lo que es todo, lo que es nada,
lo que es tuyo, lo que es mío,
lo que es cuerpo, lo que es alma
alma, alma.
Neguémonos
amémonos,
dejémonos,
callémonos.
(Luis Eduardo Aute, Alma, 1980)

jueves, 22 de mayo de 2008

Memoria del saqueo

Ayer en clase el profesor decidió terminar el curso de Historia de América proyectando un vídeo sobre la etapa Ménem en Argentina. El vídeo se llamaba Memoria del saqueo y su director, a quien no conocía -Fernando Pino Solanas- parece que se ha dedicado bastante a intentar describir, informar y criticar la realidad de Argentina en las últimas décadas. Algo así como el equivalente argentino del chileno Patricio Guzmán, el mismo que considerara que "un país sin cine documental es como un album sin fotografías" y del cual se nos proyectó la semana pasada la primera parte de La batalla de Chile, otro ejemplo más de lo que venimos a comentar.



La cuestión es que el vídeo documental es claro e impactante. Nos da con la realidad en las narices y nos muestra un ejemplo más del pan de cada día (elevado a la enésima potencia, si se quiere, a límites que rozan el Surrealismo): la desvergüenza. La canallada más vil, el egoísmo. Y mi eterna incomprensión acerca de por qué les es necesaria tanta riqueza. Por qué resulta tan útil la traición y el robo. Y por qué pocas veces se condena la mentira y la falsarie. Por qué Pinochet murió tranquilo y Franco en su cama.

Es impactante ver la movilización de la gente, tan lejana a lo que acostumbramos a ver los españoles día a día. Una dignísima mujer aparecía explicando la necesidad de enseñarles a sus hijos que es necesario oponerse, y con su cacerola en la mano comentaba "y si me roban, me roban porque son unos sinvergüenzas. Pero yo luché por mis derechos". Otra, igualmente digna lloraba lamentando el dolor que sentía al no poder dar de comer a sus hijos, mientras tras ella se intuía una casa hecha pedazos.



Y mientras en un extremo de la balanza aparecían los enchaquetados de siempre gastando la misma cara dura que estamos acostumbrados a sufrir, en el otro lado unos médicos comentaban acertadamente la ironía del "tú tomas las decisiones, nosotros les vemos morir", refiriéndose al problema del hambre y a cómo estaba afectando a la población, especialmente la infantil. En relación a esto, decían, trayendo a colación a un autor cuyo nombre no llegué a distinguir:
"La desnutrición es una enfermedad socioeconómica y cultural que se soluciona poniendo a trabajar a todos los factores de la nación".

En fin, realmente, daba vergüenza. Y daba también tristeza pensar cómo a pesar de aquello, uno está siempre rodeado de gente que se apresura a criticar como pasado de moda cualquier síntoma de comrpomiso social tradicionalmente asociado a una izquierda que consideran muerta (quizás lo está), o será que los conceptos han cambiado sus sentidos y yo no logro acomodarme a la nueva situación. Será que ahora ser de izquierdas es criticar al gobierno del PSOE (y esto no quiere decir que yo lo considere la panacea universal) y defender las posiciones de los llamados Populares.

En cualquier caso, me preguntaba, durante la proyección, qué estarían pensando aquéllos que se pasan los días opinando mal sobre manifestantes y otros etcéteras, sentandos en la mesa de la cafetería. Los que tildan de extremistas y desarrapados a quienes inetntan buscarse su forma de reivindicar aquello que creen justo (puedo estar más o menos de acuerdo con las formas, esa es otra cuestión). ¿Creerían que la mujer de la cacerola era una alteradora del orden público y una desconsiderada? ¿Es necesario llegar a esos extremos de desvergüenza para que acciones de reivindicación más o menos izquierdistas (sobre las de los padres que piden Religión Sí en los colegios jamás dicen nada) queden justificadas?

Ante esto y la existencia de escenarios como el que se vivía en el vídeo no me queda más que concluir, utilizando palabras de Pablo Milanés... "la palabra es de ustedes, me callo por pudor". Es fácil cambiar el mundo desde la silla.

Reposicionamiento

A causa de sabe quién qué extraño motivo, hace unos minutos, de forma repentina, decidí trasladarme desde mi blog tradional a un lugar nuevo (que espero mantener en uso, aunque esto no siempre es posible). En principio vine a Blogger con la idea de abrir un blog totalmente salido de la nada, con una cuenta de usuario distinta, como una forma estúpida de lavarme la cara y reempezar intentando recuperar cuanto echo de menos. Borrar mi evolución de los últimos años y reencontrarme, volver a mirarme en el espejo sabiendo quién soy. Un blog donde volver a verter las cosas como las pienso, aunque resulten cursis, trasnochadas o simplemente patéticas. Aunque no tenga el don de la Verdad que otros se achacan. Aunque sea torpe y no sepa expresarme bien.

Al abrir la página de Blogger aparecí directamente en un lugar que me reconocía como usuario y me recordaba que una vez, hace ya tiempo, ya quise desmaquillarme y crear algo nuevo. Y allí estaba, tirado en el olvido. Y completamente vacío. Es hora de recuperarlo o de continuar lo que ya empecé, porque sigue habiendo motivos para ser una ilusa, para ser de izquierdas y pensar que eso es posible -que no es verdad que las ideologías ya no existan- o para pensar simplemente que otro mundo es posible o al menos que es necesario intentar que así sea. Porque sigue habiendo cosas que criticar y otras que defender. Porque es necesario remarcar la diferencia, la existencia de otras ideas, y no volverse difuso entre una marea de opiniones que parecen preponderar y que a base de no decir lo contrario acaban incluyéndote dentro de ellas. Porque es necesario decir estoy aquí, aunque la impotencia nos coma las entrañas.