sábado, 24 de mayo de 2008

De vez en cuando la vida

A veces los días nos sorprenden y acaban regalándonos recuerdos que no esperábamos. Comienzan como cotidianos, envueltos de un color de normalidad de ésa que nos llena la boca de sabor metálico cuando no esperamos nada distinto a lo que ya conocemos. El de hoy, común a muchos, quedaba repleto del sinsentido de quien no sabe qué hacer, no tiene ganas de hacer lo que debe hacer y no acierta a saber qué es lo que quiere. Y se volvía más confuso conforme pasaban las horas y el contador marcaba cero, es decir, tiempo perdido, con lo escaso que es el que tenemos. Quizás todo esto tenga que ver con el clima, que en ocasiones se vuelve obstinado y no quiere dejar pasar el otoño de hojas secas ni siquiera cuando la primavera pasó y llega el verano.
La cuestión es que lejos de todo este devenir matutino, la tarde se hizo eco de mejores horizontes: sonaron las notas del celular, y los acordes de una voz que a veces consigue levantar el ánimo a las piedras atravesaron desde el otro lado, surtiendo su efecto sobre lo que era yo a esas horas: una piedra rígida tirada en la cama. Sin saber a cuento de qué, ni cuál era el posible remedio, intentando dormir para no soportarme.
Llegó el verano por unos instantes y al calor del sol salí de casa y la voz ya no sonaba al otro lado del celular, sino muy cerca. Y acabé compartiendo unos helados que a la vista del nuevo verano llegado por sorpresa vinieron a devolverme las horas muertas. Más tarde las horas renacían cargadas de sonrisas y gestos que llenaron los huecos vacíos que habían hecho que mi día no tuviera sentido.



viernes, 23 de mayo de 2008

Alma










Neguémonos
a ser tiempo en el espacio,
amémonos,
practiquemos el milagro
de ser uno y sólo uno,
mitad ángel, mitad diablo.
Alma, alma,
que el deseo no es el agua,
ama, ama y canta, canta
ni a la tierra ni a la llama,
ni a ese aire que no sabe
lo que es todo, lo que es nada
lo que es tuyo, lo que es mío,
lo que es cuerpo, lo que es alma,
alma, alma.
Dejémonos
de metáforas y frases,
callémonos
lo banal y lo importante
y acudamos al silencio
que es el más bello lenguaje.
alma, alma,
nos separan las palabras,
calla, calla y habla, habla,
háblame con la mirada,
allí donde se confunde
lo que es todo, lo que es nada,
lo que es tuyo, lo que es mío,
lo que es cuerpo, lo que es alma
alma, alma.
Neguémonos
amémonos,
dejémonos,
callémonos.
(Luis Eduardo Aute, Alma, 1980)

jueves, 22 de mayo de 2008

Memoria del saqueo

Ayer en clase el profesor decidió terminar el curso de Historia de América proyectando un vídeo sobre la etapa Ménem en Argentina. El vídeo se llamaba Memoria del saqueo y su director, a quien no conocía -Fernando Pino Solanas- parece que se ha dedicado bastante a intentar describir, informar y criticar la realidad de Argentina en las últimas décadas. Algo así como el equivalente argentino del chileno Patricio Guzmán, el mismo que considerara que "un país sin cine documental es como un album sin fotografías" y del cual se nos proyectó la semana pasada la primera parte de La batalla de Chile, otro ejemplo más de lo que venimos a comentar.



La cuestión es que el vídeo documental es claro e impactante. Nos da con la realidad en las narices y nos muestra un ejemplo más del pan de cada día (elevado a la enésima potencia, si se quiere, a límites que rozan el Surrealismo): la desvergüenza. La canallada más vil, el egoísmo. Y mi eterna incomprensión acerca de por qué les es necesaria tanta riqueza. Por qué resulta tan útil la traición y el robo. Y por qué pocas veces se condena la mentira y la falsarie. Por qué Pinochet murió tranquilo y Franco en su cama.

Es impactante ver la movilización de la gente, tan lejana a lo que acostumbramos a ver los españoles día a día. Una dignísima mujer aparecía explicando la necesidad de enseñarles a sus hijos que es necesario oponerse, y con su cacerola en la mano comentaba "y si me roban, me roban porque son unos sinvergüenzas. Pero yo luché por mis derechos". Otra, igualmente digna lloraba lamentando el dolor que sentía al no poder dar de comer a sus hijos, mientras tras ella se intuía una casa hecha pedazos.



Y mientras en un extremo de la balanza aparecían los enchaquetados de siempre gastando la misma cara dura que estamos acostumbrados a sufrir, en el otro lado unos médicos comentaban acertadamente la ironía del "tú tomas las decisiones, nosotros les vemos morir", refiriéndose al problema del hambre y a cómo estaba afectando a la población, especialmente la infantil. En relación a esto, decían, trayendo a colación a un autor cuyo nombre no llegué a distinguir:
"La desnutrición es una enfermedad socioeconómica y cultural que se soluciona poniendo a trabajar a todos los factores de la nación".

En fin, realmente, daba vergüenza. Y daba también tristeza pensar cómo a pesar de aquello, uno está siempre rodeado de gente que se apresura a criticar como pasado de moda cualquier síntoma de comrpomiso social tradicionalmente asociado a una izquierda que consideran muerta (quizás lo está), o será que los conceptos han cambiado sus sentidos y yo no logro acomodarme a la nueva situación. Será que ahora ser de izquierdas es criticar al gobierno del PSOE (y esto no quiere decir que yo lo considere la panacea universal) y defender las posiciones de los llamados Populares.

En cualquier caso, me preguntaba, durante la proyección, qué estarían pensando aquéllos que se pasan los días opinando mal sobre manifestantes y otros etcéteras, sentandos en la mesa de la cafetería. Los que tildan de extremistas y desarrapados a quienes inetntan buscarse su forma de reivindicar aquello que creen justo (puedo estar más o menos de acuerdo con las formas, esa es otra cuestión). ¿Creerían que la mujer de la cacerola era una alteradora del orden público y una desconsiderada? ¿Es necesario llegar a esos extremos de desvergüenza para que acciones de reivindicación más o menos izquierdistas (sobre las de los padres que piden Religión Sí en los colegios jamás dicen nada) queden justificadas?

Ante esto y la existencia de escenarios como el que se vivía en el vídeo no me queda más que concluir, utilizando palabras de Pablo Milanés... "la palabra es de ustedes, me callo por pudor". Es fácil cambiar el mundo desde la silla.

Reposicionamiento

A causa de sabe quién qué extraño motivo, hace unos minutos, de forma repentina, decidí trasladarme desde mi blog tradional a un lugar nuevo (que espero mantener en uso, aunque esto no siempre es posible). En principio vine a Blogger con la idea de abrir un blog totalmente salido de la nada, con una cuenta de usuario distinta, como una forma estúpida de lavarme la cara y reempezar intentando recuperar cuanto echo de menos. Borrar mi evolución de los últimos años y reencontrarme, volver a mirarme en el espejo sabiendo quién soy. Un blog donde volver a verter las cosas como las pienso, aunque resulten cursis, trasnochadas o simplemente patéticas. Aunque no tenga el don de la Verdad que otros se achacan. Aunque sea torpe y no sepa expresarme bien.

Al abrir la página de Blogger aparecí directamente en un lugar que me reconocía como usuario y me recordaba que una vez, hace ya tiempo, ya quise desmaquillarme y crear algo nuevo. Y allí estaba, tirado en el olvido. Y completamente vacío. Es hora de recuperarlo o de continuar lo que ya empecé, porque sigue habiendo motivos para ser una ilusa, para ser de izquierdas y pensar que eso es posible -que no es verdad que las ideologías ya no existan- o para pensar simplemente que otro mundo es posible o al menos que es necesario intentar que así sea. Porque sigue habiendo cosas que criticar y otras que defender. Porque es necesario remarcar la diferencia, la existencia de otras ideas, y no volverse difuso entre una marea de opiniones que parecen preponderar y que a base de no decir lo contrario acaban incluyéndote dentro de ellas. Porque es necesario decir estoy aquí, aunque la impotencia nos coma las entrañas.