martes, 9 de septiembre de 2008

Futuro incierto


La vida está llena de etapas. A veces tienes ganas de acabar con la que estás viviendo, otras intentas desesperadamente agarrarte a ella y no dejarla pasar. Normalmente creo que las opciones a o b dependen del grado de felicidad que se cree tener o en cuál de las etapas se piensa que está aquello que uno siente que necesita. A veces puede ser tan sencillo como si la necesidad de huir es imperiosa o no, y si se tienen fuerzas para cambiar, para tomar todo y largase.

En cualquier caso, las etapas terminan y es una ley común el hallarse temeroso del qué vendrá, del qué será de uno en la próxima etapa. Del qué nos deparará el destino, al fin y al cabo -y eso aún a pesar de no creer en el destino-. En esa encrucijada es casualmente en la que yo me hallo en el momento actual y presente: preguntándome qué debo hacer con mi vida ahora que de verdad tengo que lidiar con ella cara a cara, cuando además en mi mochila están guardados los problemas de todos aquellos que están cerca de mi y me necesitan. En fin, todo un manjar de delicias.