Tengo recuerdos que no son míos. Una mujer ante las tapias de un cementerio, esperando la muerte delante del cañón de un fusil, temiendo no tanto a la incertidumbre del vacío como a la certeza de saber a su hija creciendo sola en un país destrozado. Sí, una vez conocí a Laura Soto. Me estaba esperando entre las páginas del registro de defunciones del Juzgado de Paz de Aznalcóllar. Teníamos 18 años.
Apagón (sin apocalipsis, aún)
Hace 2 meses
2 alas de mariposa:
Bienvenida almundo del microrrelato. Buen comienzo.
No era mi pretensión, pero siempre está bien seguir sus pasos.
Un abrazo.
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