martes, 21 de abril de 2009

De ofinicas y burócratas. La TGSS y Gonzalo Bilbao


Los burócratas no entienden de sentimientos. Te aguardan al otro lado de la barrera que impone su mesa de oficina. No atienden a razón, ni a sentido común ni a la lógica más básica, sólo conocen formulismos, fechas concretas incuestionables con base sólo en el papel, sellos oficiales y fotocopias compulsadas. Da igual quién o qué seas tú, sólo importa tu DNI, tu estado civil y tu fecha de nacimiento. A veces, la firma, pero ni siquiera es imprescindible, cualquiera podría volver la esquina y firmar por ti si fuera preciso, no se molestan en confirmarlo.
El burócrata asiente automáticamente mientras le hablas para a continuación decir lo que su encasetado lenguaje le permite, igual para todos y a todas horas, no importa cuál sea tu problema, él siempre lo comprenderá, pero nunca te dará la sencilla solución que necesitas. De él sólo puedes esperar más papeles, formularios y modelos 123. A veces tienes incluso menos suerte y en lugar de tratarte fríamente te muestran su sensación de enfado y pagan contigo sus malos modales, no pocas veces.
Antes de llegar al burócrata es necesario seguir el protocolo, que precisa indefectiblemente al menos media hora de espera, a veces sentado, a veces de pie, siempre rodeada de los suspiros de tus compañeros y acompada por la constatación frente a tus narices de que el burócrata, por lo general y a pesar de cuantas veces te diga que no puede atenderte porque está muy ocupado, nunca trabaja, o casi nunca. Se entretiene en hablar frugalmente con sus compañeros para contribuir a que se cumpla la parte del protocolo que tiene que ver con la antedicha espera.
En fin... de todo tiene que haber en esta viña del señor.

0 alas de mariposa: